Llevaba varios días indagando en mi mente, pensando cómo
podía empezar este artículo. Dicho texto debía tratar sobre algunos placeres de
nuestra vidao recuerdos que nos lleven a la tristeza, sin embargo he decidido
no decantarme por ninguna y llevar a cabo las dos cuestiones.
Por fin me vino la inspiración. El otro día cuando llegué a
casa, mi padre, como siempre, me preguntó cómo me había ido en el colegio y al
mismo tiempo se dirigía a mí con una mirada que inspiraba añoranza y a la vez
tristeza. En ese momento me dijo: “Cómo te pareces a tu abuelo”. Me resultó
raro que dijera eso, pues nunca antes lo había mencionado aunque sí que había
hecho algunas referencias a él en varias ocasiones. Nunca conocí a mi abuelo ya
que falleció mucho antes de que yo naciera.
Tras analizar lo que me dijo mi padre me entró bastante pena
e incluso me entraron ganas de llorar y me hice esta pregunta a mí misma ¿se
puede echar de menos y estar triste por alguien que nunca has conocido? Estuve
bastante tiempo pensando en esa cuestión, pues se supone que se necesita
ausencia para valorar la presencia. Pero ¿ qué pasa si nunca has tenido “ esa
presencia”?. Seguí pensando y buscando en mi mente la posible respuesta a esa cuestión.
Tras mucho tiempo indagando llegue a la
conclusión de que no echo de menos a mi abuelo, aunque dicha conclusión me pareció en un principio
triste e incluso un poco egoísta. Sin embargo encontré las cosas que hacían que me pusiera triste cada vez que
pesaba en él y que por tanto me creaban esa sensación de añoranza. Esas cosas a
las que me refiero son la curiosidad, la intriga y sobre todo las ganas de
haberlo conocido. Pienso en cómo sería mi vida si lo hubiera tenido a mi lado,
si lo hubiera visto en mi día a día…Aún
así todo lo que sé de él y todas las referencias a su persona son buenas y
estoy segura de que era una bellísima persona y que hubiera sido un claro
referente a tener en cuenta en mi vida. Por ello al principio del artículo
comentaba que no me iba a decantar por una alternativa u otra, puesto que
aunque no lo haya conocido y eso me provoque pena, todo lo que conservo de él
son cosas buenas y eso es con lo que me quedo. Con todo eso me gustaría finalizar
comentando que dentro de todas las cosas malas, habrá alguna buena por ínfima
que sea, por ello no solo debemos ver el lado negativo y triste de las cosas,
sino que debemos buscar hasta encontrar por fin aquello nos produzca felicidad
y alegría.